Llegó con tres hondas heridas. Las de la vida y la muerte eran sólo dos de ellas y... ¿Sabes cuál era la tercera?
- ¿¡Cuál!?
- ¡¡La del amor!!
¡La del amor, sí!... Eso, al menos, dijo uno, un día, en un sitio, con una voz ronca... ¡Un poeta, de esos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario